A estas alturas de la película me apetece menos cero mencionar a la maltratada mejor tratada de la historia de la televisión moderna, y lo mismo me pasa con cierto sacerdote que ha sido visto en Madrid repetidamente en las últimas semanas, por lo cual parece que muy reintegrado a su vida en la congregación no debe estar. Igual es que no ha gastado todavía el pase de cierta discoteca en la que hay siempre overbooking de grandes hermanos. A los dos les deseo lo mejor para sus vidas, a ser posible más bien lejos de la mía.
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